Vera niña ninja vivía en una playa, donde todos los días entrenaba saltando entre los árboles y las rocas. Vivía donde la playa se convierte en desierto, que es la misma arena, pero ya no está mojada y quema cuando la pisas.
Pero a Vera lo que más le gustaba era cantar, y cantaba haciendo rimas muy divertidas. Tenía un mono amigo que se llamaba Pepito, que se reía con sus canciones y que le hacía los coros.
Juntos querían encontrar un tesoro, pero habían buscado ya en toda la playa y no habían encontrado nada, tocaba ir más lejos. Pepito dijo que el mayor tesoro sería un tesoro de plátanos y Vera, que quería darle un regalazo a su amigo, decidió que ese es el tesoro que buscaría.
El mono le dijo que lo mejor era ir al mercado donde el compraba los plátanos, porque allí tenían de todo. Solo era cuestión de ir a la tercera nube, a la derecha. Vera dió un salto ninja y se puso en camino.
Mientras tanto, el dragón Dragón Cleo y su secuaz el gorila Susano querían comerse todo, empezando por todos los plátanos, que les gustaban mucho… Incluso llegaron a pensar que se tenáin que comer a los monos, que seguro que estaban rellenos de plátanos.
Bueno, en realidad no querían comerse todo, había una cosa que el Dragón Celo no le gustaba: el queso azul. Le daba arcadas, se le ponía la cara azul y morada y luego otra vez azul y se mareaba.
Saltando de nube en nube, Vera llegó al mercado. Allí fue al puesto de comida, pero le dijeron que no quedaban plátanos, que se los había llevado el Dragón Cleo. Pero que no intentara recuperarlos porque se quería comer todo y podría comersela a ella, incluido los monos que se comen los plátanos, que le habían dicho que también sabían a plátano por dentro.
Una niña en el mercado le dijo a Vera que comprara queso azul, pero del bueno.
– ¿Del bueno?
– Si, del que tiene gusanos – contestó el vendedor – cuanto más gusanos tiene mejor es el queso.
Pero al vendedor no le quedaba ya más queso en el puesto.
– El queso que tengo normalmente es el queso de mi abuela, que lo hace con los mejores gusanos del bosque.
– ¿Entonces si voy a casa de su abuela podré conseguir queso?
– Si, lo fabrica en su casa en el fondo del bosque.
Vera no dudó un segundo y de un salto ninja se puso en camino. Fue saltando de rama en rama de los árboles, atravesó un río a nado y un puente que casi se rompe y por el que casi se cae, escalando montañas y dejándose caer rodando para llegar a los valles.
Al llegar a casa de la abuela le pidió probar el queso. Olía muy mal y tenía muchos gusanos. Los apartó, abrió la boca y cuando probó un trozo en el interior de su boca sintió un sabor que no había sentido nunca.
Y entonces felicitó a la abuela por el queso, pero ella le dijo que se lo agradeciera a los gusanos, que aunque eran muy guapos olían a queso y daban mucho asco. Entonces Vera lo vió claro, los gusanos podrían ayudarla a ella también.
Le pidió a su amigo el mono que se quedara en un claro del bosque y se escondió con los gusanos detrás de unos matorrales. Al poco apareció el Dragón volando y al ver el mono se lanzó en picado. Cazó al mono con sus garras, pero cuando estaba a punto de retomar vuelo, los gusanos salieron de su escondite y empezaron a dar mucho asco al dragón, que se puso azul y luego morado y luego azul otra vez, se mareó y cayó al suelo.
Vera le dijo que estaba buscando un tesoro de plátanos para regalar a su amigo el mono, y el dragón la llevó a su escondite en una nube donde estaban todos los plátanos y juntos estuvieron compartiéndolos.
A Vera le gustó tanto volar en el dragón Cleo y a Cleo le gustó tanto jugar con Vera que decidieron seguir juntos viajando por el mundo buscando tesoros.
Teatros Luchana, 30 de marzo 2018.