Arturo Bombín era un león que, huyendo de las avispas que le daban mucho miedo, se fue al Himalaya. Después de mucho caminar y de una buena comida decidió echarse una siesta.
Pero mientras estaba durmiendo apareció el Chef Dinosaurio, experto en cocina experimental, que decidió cortarle un trozo al león dormido para cocinarlo. Lo hizo con mucho sigilo y el león no se despertó.
Cuando despertó Arturo se dió cuenta de que caminaba de lado, y que no podía correr… estaba desequilibrado porque le faltaba un trozo. Por allí apareció un ratón que le dijo que lo había visto todo y le dijo que había sido el Chef Dinosaurio. El león se enfadó mucho, empezó a rugir muy fuerte y a dar zarpazos al aire y el ratón salió huyendo.
De las nubes que se enroscan en las montañas apareció entonces el Hada del Himalaya, que había oído sus rugidos. Y le dijo que con ese caracter tan duro no le iba a ayudar nadie. Que tenía que demostrar que sabía ayudar y la ayuda vendría de vuelta.
Le invitó a probar con un conejo que había allí cerca bajo un árbol. El conejo estaba intentando saltar a una rama a alcanzar una manzana pero no llegaba. Al león le apetecía comerse al conejo y abrió las fauces muy grande, pero el Hada le paró y entonces el león decidió respirar tranquilo, calmar sus ansias y aupar al conejo. Y así este pudo conseguir su manzana.
Entonces el Hada le dijo que fuera a pedir perdón al ratón, que si lo había visto todo seguro que podía ayudarle.
pero es que los ratones están rellenos de queso – dijo el León – son doblemente sabrosos.
¡Déjate! Pide ayuda tranquilamente al ratón y el ratón te ayudará.
Pero el que encontró al ratón fue el Chef Dinosaurio, que lo metió en un saco y se lo llevó para cocinarlo.
Cuando el león apareció por la pradera donde vivía el ratón, los pájaros le dijeron que se lo acababa de llevar el Chef en un saco. Entonces apareció una avispa, y el león se quedó paralizado de miedo. Los pájaros le recomendaron soplar, mearse encima y morderse la lengua. Lo probó todo y al final la avispa le vió con cara triste y le dijo que no iba a picarle.
El león le contó con pena que le faltaba un trozo y la avispa decidió ayudarle, ya que en sus vuelos había llegado hasta la cueva del Chef Dinosaurio, y le dió indicaciones de como llegar bailando. El león se puso a bailar con la avispa para recordar el camino y se puso en marcha.
Mientras tanto, en su cueva, el Chef Dinosaurio llegó con el ratón en su saco y lo metió en una jaula mientras elegía que receta hacer con él. Al cabo de un rato, cansado de tanto caminar y leer recetas, decide echarse una siesta.
Cuando el león llegó a la cueva, se encontró al Chef durmiendo y casi se lo come allí mismo. Pero escucho al ratón que le llamaba y se acercó a la pequeña jaula. Allí, el ratón le contó que había descubierto que al Chef le daba mucho asco el barro, así que decide liberar a todos los animalitos que había en jaulas en la cueva y entre todos se ponen a hacer barro con la arena de la cueva y agua que trae el León de fuera.
Llos animales despertaron al chef a base de bolas de barro y le hicieron que renunciara a seguir cocinándolos a todos.
Entonces el león, tomó aire, se calmó mucho y le pidió por favor al Chef que solucionara lo del trozo que le faltaba. Apareció por allí el Hada que, cuando el Chef puso de vuelta el trozo, hizo una cataplasma de barro y el León Arturo volvió a tener su cuerpo entero.
Y colorín colorado…
…este Cuento Irrepetible se ha acabado.
Teatros Luchana, 1 septiembre 2018