“Érase una vez en un Castillo vivía un rey, el rey Manuel, que estaba muy preocupado porque en el reino todas las cosechas estaban a punto de echarse a perder y le daba vueltas y vueltas tratando de encontrar una solución. Apareció entonces Segismundo, el bufón real, un chico no muy valiente pero con muchas ganas de ayudar. Manuel mandó al bufón a lo alto del torreón a buscar una poción que salvara las cosechas, pues allí se guardaban todas las pociones y mejunges.
Segismundo subió las largas escaleras de caracol del torreón, al que nunca antes había ido por lo que estaba un poco asustado. Al abrir la puerta encontró allí al Caballero de la Araña, guardián del torreón. Éste le hizo pasar una prueba, la prueba del pino pero Segismundo nunca había sido el mejor en acrobacias y sólo consiguió que el Caballero le dejase escoger una cosa a ciegas del baúl, Segismundo trataba de encontrar la poción pero el Torreón estaba encantado y sus hechizos confundían a los que llegaban hasta allí y nuestro bufón sacó… ¡un peine de bigote! Segismundo protestó pidiendo una segunda oportunidad pero el Caballero respondía negando con la cabeza ‘sólo el objeto que sacaste del baúl’, así que tuvo que conformarse con el peine…
El Rey Manuel al ver llegar a Segismundo sin la poción se enfadó y se entristeció, todo a la vez, nada salvaría ahora las cosechas del reino. Segismundo, que era muy dispuesto, salió corriendo hacia el bosque en busca de alguien que le pudiese ayudar. Anduvo y anduvo por el bosque hasta que dio con la Bruja Maruja, que vivía en una cabaña en el bosque junto al cuervo Antonio. Llamó a la puerta y la bruja abrió mirándole de arriba abajo, Segismundo entró corriendo y hablando sin parar, que si las cosechas, que si el Rey Manuel, que si el caballero de la araña… – Pero, ¿qué es lo que quieres bufón? – Preguntó la bruja intrigada. – ¡Necesito que me dé una poción! – Respondió Segismundo apresurado. Entonces la bruja, que no era tan buena como parecía, se dio cuenta de la gran oportunidad que tenía: podría vengarse de una vez del Rey Manuel, que le había desterrado al bosque, de los habitantes del reino y de su hermana el Hada; sí, la bruja Maruja tenía una hermana, también con poderes mágicos, que había decidido dedicar su magia a hacer el bien y vivía en el Monte Perdido. Pensando todo esto Maruja no pudo menos que echarse a reír ella sola ante la mirada sorprendida de Segismundo que llevaba un rato allí sentado mientras la bruja maquinaba con la mirada fija en el caldero. De pronto clavó su mirada en Segismundo y acercándose a él le dijo muy lentamente – Yo te daré esa poción pero tendrás que subir a la Fuente del Monte Perdido y traerme un mechón de pelo de mi hermana el Hada. – ¿Su hermana? – Preguntó Segismundo. – Sí. – ¿Un mechón? – Sí. -¿Para qué? –Para poder matarla… -¿qué? -Uy, no, nada, nada ¡basta de preguntas! Ve a buscar ese mechón. – Vale, vale. Ya voy – Pero ¡Cuidado! Ella es un hada malvada, no te dejes engañar… – Mintió la bruja. – Antonio te acompañará en el viaje. Ve y tráeme el mechón si quieres salvar el reino… ¡tráeme el mechón! – Gritaba la bruja mientras Segismundo ya se alejaba corriendo hacia el bosque con Antonio el cuervo volando justo detrás de él.
El camino hasta el Monte Perdido era largo y sinuoso, lleno de temibles acantilados y oscuros pasadizos a través de las montañas que rodeaban el monte pero, al fin, Segismundo y Antonio alcanzaron el Monte y allí encontraron al hada con sus alas, su varita, sus alitas y su… ¿¡bigote!? ¡un hada con bigote! Al verla apenas pudieron contener las risotadas pero Segismundo pensó que podía ser una estratagema para capturarles y se enfrentó a ella – ¡Ni un paso más hada bigotuda! – Tranquilo Segismundo – respondió el Hada –No, ¡atrás Hada malvada! –Gritaba el bufón. -¿Malvada? –¡No trates de confundirme! –Escúchame Segismundo, mi hermana te ha engañado como hace con todo el mundo. Y le explicó cómo la bruja había lanzado un encantamiento sobre ella haciéndole crecer un bigote como venganza por no hacer lo que ella quería. Entonces saltó también Antonio de su rama y contó que él era antes un ser humano que la bruja había capturado en el bosque y encantado como castigo por no hacer lo que ella había querido. Entonces Segismundo explicó que necesitaba encontrar la poción para salvar las cosechas del reino y el hada tuvo una gran idea: -¡Podemos hacer la poción nosotros mismos! -¡Genial! ¿qué tenemos que hacer? –Preguntó Segismundo. – Primero tendremos que recoger todas las grosellas del monte. Y así se lanzaron los tres a buscar las grosellas y recogieron todas en un pis pas. – Y ahora tendrás que subir a buscar agua de la Fuente que está en la cima del monte. -Dijo el Hada.– Pero cuidado con el dragón que guarda la fuente.
Mientras tanto la bruja Maruja volaba en su escoba sorteando vientos y tormentas hasta llegar al torreón del Castillo donde se hallaba el Caballero de la Araña. Resultaba que la Bruja Maruja y el Caballero habían tramado todo este plan para acabar con el Rey Manuel y quedarse con el reino para ellos solos. Con el mechón de pelo del Hada, la bruja Maruja tendría el poder suficiente para controlar a todos los habitantes y que todos hicieran sólo lo que ella quisiera.
Al otro lado del reino Segismundo trepó por las escarpadas laderas del Monte y llegó a lo alto donde se encontraba el temible dragón que sólo tenía un pequeño defecto, que era ciego, pero esto no lo sabía el bufón. Así que se fue acercando a la fuente sigilosamente intentando esconderse lo mejor que podía pero el olfato del dragón estaba muy desarrollado y de un salto se plantó delante de Segismundo -¿¡Dónde vas!? – rugió el dragón. – Yo… yo… -Mientras tanto el dragón se iba acercando más y más a Segismundo. Y cuando estaba a punto de comérselo de un bocado, el bufón se lanzó al suelo y el dragón cayó por un agujero golpeándose la cabeza. Segismundo no pudo marcharse dejando al dragón malherido, así que le tendió un palo ayudándole a salir del agujero, una vez fuera le explicó cómo podía usar el palo para guiarse y no volver a caer por un agujero. El dragón, agradecido, le llevó hasta la fuente para recoger el agua de la poción y le dio algo que podría ayudarle a derrotar a la bruja: un pequeño ratón, no uno de verdad sino de juguete con una propiedad mágica, al dejarlo en el suelo, se multiplicaba apareciendo cientos y cientos de animales de peluche y juguetes y, como todo el mundo sabe, las brujas que son unas amargadas odian todo lo que tenga que ver con juguetes, niños y divertirse.
El Hada se puso a preparar la poción mientras Segismundo le daba vueltas a un plan para derrotar a la bruja: cogió una pluma de Antonio para convencer a la bruja de que tenía el mechón del hada y así hacerla venir al Castillo. Mientras, envió a Antonio el cuervo a avisar a todos los niños y niñas del reino para que se escondiesen con uno de los juguetes y peluches por todas partes del Castillo esperando la llegada de la bruja. Una vez terminada la poción, Segismundo corrió, casi voló, para adelantarse a la bruja y justo llegaba cuando Maruja abría las puertas del reino declarando que con el mechón de su hermana tenía el poder suficiente para encantar a todos los habitantes y por eso ella sola reinaría a partir de ese momento… justo cuando rompía a reír, Segismundo saltó ante ella y al grito de ¡ahora! Una lluvia de peluches y juguetes caía sobre la bruja acabando con ella y sus malvados poderes ¡para siempre!
Y Antonio, bueno, Antonio sólo necesitaba un peine de bigote para volver a su forma humana, así que se acercó al rey y le pidió que le peinara las plumas y en una nube de espeso humo el cuervo volvió a ser el hombre que era y Manuel reconoció en él a su gran amigo Antonio, que había perdido hacía ya tiempo en los bosques del reino y que creyó que nunca más volvería a ver.
Con la bruja fuera de combate y la poción en manos del Rey Manuel, las cosechas volvieron a crecer, los niños volvieron a jugar y todos volvían a ser felices gracias al coraje del bufón Segismudo que, a partir de aquel día sería conocido como “Segismundo El Valiente”.
Y colorín colorado… Este Cuento Irrepetible se ha acabado.”
23 de Noviembre de 2014
Teatro Bellas Artes – Cuentos Irrepetibles