“En todos los bosques hay un claro, en este claro además había una casa y allí, en el medio de este bosque, es donde vivía Gulli La Duende que asomada a la ventana veía la nieve caer esperando a sus amigos para ir a jugar; sin embargo, había algo que le rondaba la cabeza, algo que tenía que hacer pero no podía recordar qué… – ¿Tienes preparados los regalos? – Preguntó de pronto el Sr. Claus con su voz grave. ¡Los regalos! ¡Tenía que haber preparado los regalos antes de las 12 de esa noche para poder repartirlos en Navidad! – En seguida los preparo Sr. Claus, están por aquí… – Y corría por la casa buscando los regalos. Está bien – Dijo el Sr. Claus – volveré a las 12 para recogerlos o nos quedaremos sin Navidad y a tí te mandaré al Bosque del Despido… Ha, ha, ha.
Gulli estaba muy preocupada, corría de aquí para allá tropezando con los muebles pero no conseguía encontrar los regalos, de pronto “Ding, dong” sonó el timbre de la puerta. Sus amigos venían a buscarla para salir a jugar con la nieve. Gulli llevaba todo el año esperando este momento y se moría de ganas de ir a jugar; pero esa tarde tenía que conseguir los regalos de los que se había encargado, no podía acabar en el Bosque del Despido de ninguna manera… Así que tuvo que despedir a sus amigos hasta otro momento, ellos se fueron extrañados de que no fuera con ellos, pero en seguida comenzaron a correr y revolcarse en la nieve lanzando bolas por todas partes.
La casa estaba ya patas arriba y no había rastro de los regalos, así que Gulli no sabía qué hacer, el tiempo pasaba y no había conseguido nada. Desesperada se sentó en el suelo del salón y empezó a llorar.
De pronto escuchó un ruido en la habitación de al lado, se asomó y vio algo extrañísimo: un ser volador de color rojo que flotaba en medio del cuarto, el Espectro de los Regalos Perdidos, que le dio una pista para encontrar los regalos perdidos: “Busca en la nieve”.
Gulli salió corriendo de la casa y se metió en la nieve, empezó a rebuscar y se fue adentrando cada vez más en el bosque mirando y remirando por todas partes y según corría se topó con un Renocerdo (una especie muy rara que sólo habita en este bosque) y que, gracias a su olfato, le ayudó a rastrear los regalos perdidos hasta la casa encantada del Hada Malvada del Bosque (a la que todos llamaban bruja y le molestaba muchísimo). Así que Gulli y el Renocerdo se separaron para encontrar antes los regalos.
La bruja, perdón, el Hada Malvada del Bosque tenía los regalos escondidos en el sótano y protegidos por varios conjuros para que nadie los volviese a robar, de esa manera ese año nadie tendría regalos de Navidad – ¡Como yo no tengo ningún regalo por Navidad, este año, no los tendrá nadie! Jajajaja – Decía la bruja -¡Que no soy bruja, soy Hada! – Vaaale, pues eso es lo que decía el Hada.
“Tendrás que tener los regalos listos antes de las 12 o nos perderemos la Navidad” Resonaban las palabras del Sr. Claus en la cabeza de Gulli y eso le hacía correr más rápido y buscar mucho mejor, hasta que por fin al levantar un libro de hechizos de una estantería se abrió una puerta secreta que revelaba las escaleras hacia el sótano.
Y allí bajó Gulli y se encontró con que tenía que superar los hechizos del Hada Malvada:
Primero tuvo que averiguar las palabras Navideñas mágicas para liberar a su amigo el Renocerdo que había sido capturado mientras Gulli buscaba los regalos. Estas palabras navideñas comenzaban con: “pero mira como beben…” ¿os acordáis de cómo siguen?
Después se enfrentó al acertijo:
Es de sabor dulce
y de color marrón
está hecho de almendra
y (en Navidad) se come un montón
Y tú… ¿sabes la respuesta?
Una vez superadas estas dos pruebas tenía que conseguir que todos los niños y las niñas les dieran un fuerte aplauso al cantar una canción y se pusieron a cantar bien fuerte: Manzana, sobre manzaaaanaaa… – Que nooooo, que no es asíiii. Y menos mal que estaban allí porque, si no, no hubieran conseguido nunca cantar la canción como es debido, esa canción que dice… ay, bueno, no me acuerdo…
Por fin, superadas las tres pruebas llegaron hasta el fondo del escondrijo del Hada Malvada y tendrían que enfrentarse a ella para que les diera los regalos. Gulli y su amigo sabían bien que el Hada no jugaría limpio, y así fue, el Hada se hacía la loca y decía que no tenía los regalos así que, con la ayuda de los niños y las niñas, le lanzaron globos de todos los colores para distraerla y rápidamente se escabulleron y recuperaron los regalos justo a tiempo para llevárselos al Sr. Claus cuando el reloj daba las 12 campanadas de la medianoche.
Así, esa Navidad hubo regalos para todos, Gulli se salvó de una buena y, por fin, pudo irse a jugar con sus amigos en la nieve.
Y colorín colorado… Este Cuento Irrepetible se ha acabado.”
21 de Diciembre de 2012
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