“Érase una vez un barco tripulado por piratas, el Capitán Orejas, pirata de los de loro en el hombro, comandaba aquél buque y su contramaestre, el Señor Misterioso, le ayudaba en las labores de cubierta. Surcando el mar se encontraban en busca del Teasoro del Capitán Aceituna que, muchos años atrás, había escondido en un lugar secreto; gracias al mapa que tenían en su poder, se encaminaron a la Isla del Sur, seguros de su camino.
Sin embargo, poco podían esperar la tormenta que se estaba preparando. Se desataron lluvia, truenos y centellas y el viento golpeaba el barco del Capitán Orejas haciéndolo balancearse de un lado a otro hasta que finalmente una gigantesca ola embistió el barco por babor haciéndolo naufragar sin remedio. El Capitán Orejas y su contramaestre, el Señor Misterioso, se agarraron a sus sombreros para mantenerse a flote y no hubieran sobrevivido al oleaje de no ser por una Bella Sirena que apareció de las profundidades del mar y les puso rumbo a tierra.
No muy lejos de allí navegaba otro marino, el malvado Lord Bottom, del que se contaba que había sido el único en enfrentarse al Pirata Aceituna y sobrevivir al combate. Con él, uno de sus más fieles secuaces le sigue a todas partes y también su camarera Mildred, que se encarga de traerle la merienda (a todas horas). Desprovistos de mapa para llegar al tesoro, el malvado Lord Bottom se preguntaba como llegar hasta él, su fiel secuaz comentó que había oído en la taberna que el Capitán Orejas, su archienemigo, andaba también tras el Tesoro del Capitán Aceituna y que había creído oir que tenía un mapa. Así que otearon atentos el horizonte en busca de algún rastro del navío del Capitán Orejas. Y allí les vieron pasar nadando guiados por una sirena y les siguieron viento en popa.
Por fin en tierra, la Bella Sirena tenía que quedarse en el mar, así tuvieron que despedirse ella y el Señor Misterioso que, misteriosamente, habían empezado a sentir un cierto afecto mutuo. También misteriosamente, a petición del público y detrás del sombrero, se dieron un bello beso de despedida. Y así se sepraron los dos enamorados.
Ya en la isla sólo quedaba encontrar el camino hasta el tesoro, con un trozo de mapa mojado aún por el naufragio, el Capitán Orejas y su contramaestre emprendieron un viaje a lo alto del Volcán de las Tinieblas.
Mientras, Lord Bottom y su fiel secuaz, tuvieron una idea (en realidad la idea la tuvo el ayudante pero Lord Bottom, como malvado que era, se apropió de ella y dijo a todo el mundo que había sido suya); la idea era encontrar a la Bella Sirena para que les dijera el paradero del tesoro, pues es bien conocido que las sirenas se enteran siempre de todos los secretos. Y así lo hicieron, de manera que tras hablar con la Bella Sirena, hallaron un camino más corto y rápido para llegar a lo alto del Volcán.
El Señor Misterioso trepaba por la escarpada ladera del Volcán y, por fin, al llegar a lo más alto, satisfecho de su escalada, se encontró frente a frente con Lord Bottom. El Capitán Orejas le lanzó su espada; Lord Bottom y el Señor Misterioso emprendieron una terrible lucha, después de una cruda batalla entre ambos, Lord Bottom hizo desaparecer al Señor Misterioso en las profundidades del Volcán de las Tinieblas, o eso es lo que le pareció ver al Capitán Orejas desde donde se hallaba.
El Capitán, abatido por la pérdida de su querido contramaestre, no pudo hacer otra cosa que recurrir a la Bella Sirena para que le ayudase a derrotar a Lord Bottom. La Bella Sirena se apenó mucho al conocer la desaparición del Señor Misterioso y buscó en las profundidades del mar y descubrió el secreto mejor guardado del malvado Lord Bottom: tenía un terrible temor a los animales… ¡de peluche! No muy lejos de allí había un árbol en el que crecían cientos y cientos de ellos, así que el Capitán corrió a buscarlos decidido a vengar a su contramaestre y amigo.
Lo que nadie más sabía es que el Señor Misterioso no se había perdido en el Volcán, sino que estaba encerrado en el interior del bastón mágico de Lord Bottom, que le había absorvido con un oscuro conjuro. Y allí dentro se encontraban también la Señora Frank y Joaquín el Caminante, atrapados hacía ya un tiempo dentro del bastón, que siempre estaban discutiendo por esto o por aquello. El caso es que dentro del bastón se hallaba también el Tesoro del Capitán Aceituna, que Lord Bottom ya había conseguido encontrar, sólo tenían que cogerlo y escapar del bastón y ellos dos sabían la manera, después de mucho discutir lograron dar con la solución, había que decir unas palabras mágicas: “pitiflús pitiflás a mi casa me llevarás”. En seguida el Señor Misterioso pronunció las palabras y… no ocurrió absolutamente nada. “Anda, claro -Dijo la señora Frank.- a ver si te vas a creer que vas a inventar tú el hilo negro. Las palabras hay que decirlas desde el exterior”. Así que todos los niños y las niñas gritaron las palabras mágicas y allí salieron los tres de golpe con el Tesoro en la mano.
En ese momento apareció el Capitán Orejas que se disponía a preparar los animales de peluche para vencer a Lord Bottom, y se llenó de alegría al ver a su querido contramaestre vivito y coleando. Buscaron la mejor distracción posible para Lord Bottom, le dieron el tesoro y dijeron, entre sonrisas, que se rendían y que ya podía volverse a su barco (por el camino largo, eso sí). Mientras el malvado Lord Bottom bajaba el camino largo hasta el barco, el Capitán Orejas y el Señor Misterioso aprovecharon para repartir todos los peluches a los niños y las niñas que les ayudarían a derrotarle.
Cuando Lord Bottom caminaba satisfecho y distraído, saltaron todos sobre él cubríendole de animales de peluche y allí quedó tendido en el suelo y mareado. Por fin el Capitán Orejas había vencido a su archienemigo y había conseguido el Tesoro del Capitán Aceituna, pero eso no era todo, la Bella Sirena apareció en la playa y encontró al Señor Misterioso a salvo, con lo que se alegró muchísimo y en seguida se lanzó en sus brazos.
Y así cada uno consiguió todo lo que siempre había querido, el Capitán su Tesoro y el Señor Misterioso y la Bella Sirena… el suyo.”
Y colorín colorado… Este Cuento Irrepetible se ha acabado.
29 de Abril de 2012
CC Carril del Conde