“Érase una vez una niña llamada Adriana que vivía en el pueblo de Hortaleza, donde había un gran lago junto al que vivía ella. Adriana era una niña muy alegre y le gustaba mucho comer palomitas y pasear por el lago y encontrar ‘tesoros’ en la orilla, cosas que venían flotando desde cualquier sitio como la otra orilla o la parte alta del río o del bolsillo de algún navegante descuidado. Sólo que Adriana tenía que volverse corriendo al caer la tarde porque tenía un miedo terrible a que hubiera monstruos en el lago, ogros en los arbustos o duendes en los huecos de los árboles. Un día, en uno de sus paseos, Adriana encontró un pelo, un extraño pelo que parecía de una animal pero que no había visto nunca antes… -Es del monstruo del lago- dijo el Profesor Lapsus, que se encontraba cogiendo muestras de plantas para sus investigaciones. -¿¡Hay un MONSTRUO en el lago!?- exclamó Adriana y casi se cae del susto –Así es –dijo el profesor sin mirarla apenas- y al monstruo le gusta mucho la comida de los humanos… especialmente las palomitas.- Rápidamente Adriana escondió sus palomitas en la mochila para no atraer al monstruo y se alejó del lago en dirección al pueblo.
Resultaba que el rumor del monstruo del lago de Hortaleza había corrido como la pólvora y los turistas que siempre se acercaban al pueblo en navidades para ver la famosa Cabalgata de Hortaleza se estaban empezando a pensar si se atrevían o no a acercarse por temor a ser devorados por el MoNsTrUooo. Y esto estaba discurriendo el Alcalde, un tipo bonachón que siempre escuchaba a sus ciudadanos, con uno de los concejales peor en carados, pero el único que quedaba al fin y al cabo, la gente estaba empezando a desaparecer e incluso a marcharse del pueblo por culpa del monstruo, si seguían así no quedaría nadie para el día de la Cabalgata; el monstruo se estaba convirtiendo en un Problema con mayúsculas.
-Sólo un Técnico del Ayuntamiento que conozca bien el lago podrá ayudarnos a salvar la Cabalgata. ¡Si hubiera alguien que conociera bien el lago!- Gritó el Alcalde desesperado justo cuando Adriana llegaba a la plaza. –Yo conozco muy bien el lago- Intervino Adriana y las caras del Alcalde y el concejal se iluminaban –y haría lo que sea para salvar la cabalgata– y se iluminaron aún más –pero no soy Técnico del ayuntamiento- y las caras de los dos se apagaban poco a poco –así que no puedo hacer nada.- concluyó Adriana mientras se marchaba. -¡Un momento!- exclamó el Alcalde. Adriana se giró a mirarle. –Adriana, te nombraremos Técnico del Ayuntamiento- dijo el Alcalde a lo que ella respondió: -¡Claro! Qué buena idea.- Y continuó el Alcalde: -y así nos ayudarás a librarnos del monstruo.- Adriana, pálida de terror empezó a decir–Pero, pero peroooo… -Y el Concejal malencarado la empujaba –Vamos, vamos, no seas modesta, nadie conoce el lago como tú y además, no queda nadie más en el Ayuntamiento, han desaparecido todos menos nosotros. –No se hable más. Desde ahora –comenzó el Alcalde- yo te nombro oficialmente Técnico del Ayuntamiento. Ve y ¡salva la Cabalgata!- Y le colgó una medallita en el pecho. Y así Adriana se convirtió en Técnico del Ayuntamiento y con más miedo que otra cosa se dirigía al lago a través del camino sinuoso.
Mientras tanto en el lago, el Monstruo del Lago se despertaba de la siesta, se desperezaba aquí y allá, meneándose para un lado y para otro en la arena de la orilla cuando de pronto la cola se le metió por casualidad en el agua y -¡Roaaarggghhh!- gritó el monstruo –se me ha metido la cola en el agua ¡Nooooo! ¡¡No me gusta nada el agua!! –¡No digas tonterías!- exclamaba el Concejal malencarado que aparecía por allí en ese momento –eres el Monstruo del Lago y no puedes tenerle miedo al agua. –Pues soy un monstruo y le tengo miedo al agua.- Respondió el monstruo. –Bueno –continuaba el concejal- ¿has conseguido deshacerte de más habitantes de Hortaleza?- El monstruo remoloneó un poco y respondió tímidamente: -bueno, sí, uno más. -¿¡Sólo uno!? ¡A esta velocidad no acabaremos nunca!- Y mientras el monstruo olfateaba el aire en busca de comida el concejal abría una trampilla secreta donde guardaba una banda que ponía en letras doradas “Alcalde de Hortaleza” y la admiraba murmurando: -Algún día, pronto, por fin… será mi…- En ese momento el monstruo se chocó con el concejal tirándolo al suelo -¿¡Pero qué haces!? ¡Me has tirado al suelo!- Exclamaba enfurecido el concejal. –Es que…- respondía el monstruo -… he olido a comida. –Menos comida y más desaparecer habitantes.- ordenaba el concejal. –Hemos nombrado a una niña para derrotarte, espero que no tengas problema en deshacerte de ella. –¡Claro que no!- decía firmemente el Monstruo mientras el Concejal volvía al pueblo sacudiéndose el traje de la arena del lago.
En el camino sinuoso Adriana se encontró a su amigo Lorenzo –¡Hola! Uyyy ¿qué te pasa? Te veo un poco pálida. –Pues ya ves, que me ofrecí a ayudar para la Cabalgata y ahora me ha tocado ir a enfrentarme a un monstruo ¡un monstruo! –Madre mía- decía sorprendido Lorenzo –un monstruo, no me gustaría estar en tu pellejo.- Y Lorenzo comenzó a caminar en dirección al pueblo como si nada. Adriana le miraba perpleja pero es que Lorenzo siempre había sido un poco despistado y le costaba atar cabos, de pronto, se paró en seco, se giró y corriendo hacia su amiga le gritaba -¡Un monstruo! ¿un monstruo? Pero cómo vas a ir a enfrentarte con un monstruo si sólo eres una niña. –Pues eso mismo les he dicho yo pero no me han hecho caso. –Yo iré contigo y al menos así podemos ayudarnos, yo sé mucho de monstruos, lo he leído en la biblioteca.- Y era verdad, Lorenzo se pasaba mucho tiempo en la biblioteca leyendo todo lo que existe sobre monstruos y otras criaturas, si alguien podía ayudar a Adriana, era él. Y mientras caminaban juntos por el camino sinuoso hacia el lago, Lorenzo le iba contando: -¿Sabías que los monstruos son muy parecidos a los dragones? ¿Y sabías que algunos tienen miedo al agua? ¿Has traído palomitas? La mayoría de los monstruos se pirran por las palomitas. ¿Y sabías que hay monstruos tan grandes que pueden comerse un niño de un solo bocado? Adriana, ¿estás bien? Pareces mareada… -Mejor, hablemos de otra cosa.- Respondió Adriana y siguieron su camino hablando de pociones y de viajes en globo.
Llegando a la orilla del lago Lorenzo y Adriana iban pensando en un plan y cuando el Monstruo se plantó delante de ellos no supieron que hacer, los dos se miraron aterrados y el Monstruo, sin pensárselo dos veces, saltó sobre ellos, se apartaron justo a tiempo para esquivar sus mandíbulas uno para cada lado, con la suerte de que el morro fue justo a dar con el agua y el Monstruo corrió en círculos asustado por el agua pensando que se iba a ahogar. ¡Esa era la clave! Pero cuando los dos niños se juntaron para ajustar la forma de capturar al Monstruo, éste les acorraló junto a unos árboles sin escapatoria… -Ahora sí que sí, voy a comeros a los dos, primero a uno y luego al otro. -¡No! No nos comas- dijo Adriana –te daré…- y rebuscando en la mochila encontró… -mis palomitas de maíz. -¡Palomitas! ¡Dámelas, dámelas!- El Monstruo se volvía loco con las palomitas. –Si quieres las palomitas, tienes que dejarnos marchar.- dijo Lorenzo vivamente. Y el Monstruo, mirándoles extrañamente dijo: -está bien, dadme las palomitas y ya os podéis ir.- Los niños le lanzaron las palomitas que se comió de un bocado pero al darse la vuelta el Monstruo les saltó por la espalda tirándoles en el suelo –¡Jajaja!¡Inocentes!¿Creíais que os iba a dejar escapar tan fácilmente? Niños ¡jajaja! –¡Tenemos más palomitas!- gritó Adriana -¿Más palomitas? –Sí, si nos dejas marchar te las traeremos. –Está bien,- dijo el monstruo. –pero me quedaré con uno de vosotros por si acaso. Me quedaré con esta niña, si no has vuelto dentro de una hora, me comeré a tu amiga, niño.
Lorenzo corrió al pueblo pensando qué podía hacer y fue directo a la biblioteca a preguntarle a la vieja bibliotecaria qué podría acabar con un monstruo. Aquella viejita tenía la solución, ningún monstruo de ningún tipo podría aguantar una buena canción navideña. Así que mientras Lorenzo iba a casa a buscar más palomitas, la vieja bibliotecaria fue todo lo rápido que pudo a avisar al Alcalde y los dos juntos reunieron a todos los niños y niñas del pueblo para cantar una canción navideña que tratase sobre el agua, que también le daba miedo al monstruo… Unos decían que si fun fun fun, otros que el tamborilero y otros simplemente se peleaban por una pandereta justo en el momento en el que Lorenzo llegaba silbando pero mira como beben los peces en el río. Y por fin, todos juntos, se dirigieron al lago.
Mientras tanto, el Monstruo custodiaba a Adriana sin necesidad de celdas ni cuerdas porque estaba tan aterrada por la presencia de aquella criatura que no podía ni moverse y éste se divertía acercándose a ella y sorprendiéndola con un “¡Buhhh!” De vez en cuando. Entonces llegó el Concejal malencarado que no había visto a la niña con una gran sonrisa en la cara: -Vengo del pueblo y parece que ya todo el mundo ha desaparecido, jajaja, por fin han sucumbido ante mi ingenio. ¡Jajaja! Prepárate, mañana tendremos nuevo alcalde en el pueblo de Hortaleza. Y este año… ¡no habrá cabalgata! JAJAJA.- Y Adriana ya no pudo contenerse más y olvidando todos sus miedos saltó delante de él gritando: -¡Malvado! ¡No te saldrás con la tuya! ¡Te voy a dar tu merecido!- El Concejal y el Monstruo retrocedieron perplejos con la suerte de que uno con el otro tropezaron y cayeron ambos al suelo. En ese momento apareció la comitiva con Lorenzo y el Alcalde a la cabeza y cantando a voz en grito aquello de los peces que bebían y bebían agua del río y el Monstruo perdió los papeles corriendo a un lado y al otro y gritando cada vez que pisaba el agua hasta que ya no pudo más y cayó desmayado. -¡Y tú…!- Dijo el Alcalde enfurecido mirando fijamente al Concejal -¡Tuuuu! Sabía que eras ambicioso y egoísta pero ¿¡esto!? ¡¡¡En tu propio pueblo!!! Coge a ese monstruo, súbete a un autobús y no vuelvas a poner pie en Hortaleza o sabrás lo que es bueno.
Y así Adriana, Lorenzo, el Alcalde y todos los habitantes de Hortaleza salvaron al pueblo, se libraron del Monstruo y del Concejal y pudieron celebrar la Cabalgata y aún hoy sigue haciéndose la Cabalgata y se recuerdan a estos personajes que lucharon una vez por la Cabalgata como buenos hortalinos.
Y colorín colorado… Este Cuento Irrepetible se ha acabado.”
19 de Diciembre de 2015
CC Carril del Conde (Cabalgata de Hortaleza) – Cuentos Irrepetibles