La aventura de Alicia y el collar perdido

Alicia era una piloto de naves espaciales, pero no una cualquiera, era la piloto de naves espaciales más rápida de toda la galaxia (y de un poco más allá). Desde hace tiempo ya, Alicia vivía en Júpiter porque, a pesar de ser la más veloz, tenía un gran problema y es que ella no podía ir hacia atrás, sí, como lo oyes, no podía ir hacia atrás pero en nada, ni en su nave, ni andando, ni siquiera en su memoria… Alicia no era capaz de recordar nada, ni siquiera era capaz de recordar a su padre, de quien se había separado un día y nunca había podido reencontrar.

 

Se dedicaba a llevar cosas a lo largo del planeta y sus lunas cercanas porque puestos a viajar mejor no alejarse a más de un día de su casa o no habría recordado el camino de vuelta. Y en las cercanías del planeta siempre podía ponerse en órbita si se había pasado la salida porque hacia atrás no iba a poder ir.

 

Esa mañana fue a visitarle Felipe, una de esas personas llenas de historias del pasado, alguien que, al contrario de Alicia, siempre tenía la vista puesta hacia atrás, hacia aquellos años pasados cuando era más joven. Felipe quería que llevase a su mujer un collar, un collar especial que tenían guardado desde hacía años y que bla, bla, bla… Alicia no escuchó nada de la historia que Felipe le contaba, en parte porque estaba fascinada por el collar y en parte porque era uno de los problemas de no saber ir hacia atrás.

 

Pero Alicia estaba dispuesta a llevar aquel collar hasta una de las lunas de Júpiter porque no sé si lo sabéis pero Júpiter tiene varias lunas: una que se llama Ganimedes, otra que se llama Calisto, otra que… bueno, que tiene muchas. Y este collar tenía que llegar hasta Europa la sexta luna de júpiter, donde vivía Olga, el gran amor de Felipe desde hacía muchos muchos años.

 

Alicia le pidió a Felipe a cambio de aquél encargo que le ayudase y le enseñara a ir hacia atrás, como él hacía, a contar historias del pasado y a saberse las suyas propias. Felipe rió encantado y le prometió a Alicia ayudarle en cuanto volviese.

 

Al otro lado del planeta había atracado su nave espacial un hombre malencarado, greñudo y muy poco de fiar, el pirata Caspio, acompañado siempre por su esbirro el cerdo espacial que le informaba de todos los susurros y cotilleos que se escuchaban por la galaxia y que podía detectar con su radar. En ese momento saltaron las alarmas, en el radar había aparecido un collar que alguien iba a transportar en una nave espacial. -¡Excelente!- exclamaba el malvado Caspio frotándose las manos:

– Robaremos el collar y lo venderemos, a ver si puedo comer algo ya de una vez que ya van tres rotaciones planetarias que no me llevo un bocado a la boca. ¿Dónde se encuentra el collar cerdo?

– Según el radar – respondió su esbirro – se encuentra junto al Cinturón Tropical del Norte.

– Ve entonces, detén esa nave y tráeme el botín, ¡a toda prisa! Es hora de robar un collar… jajaja.

– Ya voy, ya voy. -Decía el cerdo espacial mientras subía a trompicones en su nave para cumplir las órdenes al momento.

 

Alicia, mientras tanto, preparaba todo lo necesario para su viaje: el collar, un bocadillo para el camino y una maleta con algo de ropa por si hacía frío, que en Europa luego refresca. En un momentito montaba todo en su nave y estaba ya despegando rumbo a la sexta luna de Júpiter, sin perder un segundo más.

-Arrancando… luces… motores… 3, 2, 1… ¡nos vaaaaamoooooossssss!

Y salía Alicia disparada a toda velocidad, no en vano era la piloto más veloz de la galaxia.

 

Más o menos a medio camino del su viaje le daba el alto un Agente Espacial:

-¡Alto! Detenga su nave para un registro…

-Claro que sí agente. -Respondió obediente Alicia.

 

Ella no se había dado cuenta porque no le conocía pero aquél Agente tenía algo fuera de lo común y es que era el esbirro de Caspio disfrazado, trataba de engañar a Alicia para quitarle el collar.

 

-Oiga agente -preguntó Alicia mientras iba sacando todo lo que llevaba en la nave para el registro – ¿por qué es exactamente que me para?

-Pues, pueeeessss, porqueeeee…. -el pobre no era muy bueno improvisando respuestas así que Alicia se olió algo raro y salió pitando de allí.

 

En ese momento aparecía el malvado Caspio a recoger el botín que ya podía sentir en sus manos y esperaba ver a Alicia maniatada junto a su nave así que cuando llegó y vio sólo a su ayudante se sorprendió un poco: -¿Dónde está la chica? Y lo que es más importante ¿dónde está el collar?- El pirata se enfadaba cada vez más a medida que el cerdo explicaba la huida de Alicia hasta que de pronto encontró en el suelo la maleta de Alicia que con las prisas se había olvidado. Al abrirla vieron que dentro estaba el collar y Caspio comenzó a dar saltos de alegría, por fin podría vender el collar y ¡darse una gran comilona!

 

Caspio emprendió entonces, aunque esta vez en solitario, su rumbo hacia La Tierra donde había oído que se encontraba, entre las arenas de un desierto, se encuentra Juan el mayor comerciante de objetos de dudosa procedencia conocido en todo el universo por conocer todos los objetos valiosos que existen.

 

Mientras Alicia se encontraba en su nave y aterrizaba, bueno, más bien se estrellaba, contra la luna de Júpiter, porque aunque era muy rápida pilotando lo de frenar tampoco se le daba del todo bien y solía tener aterrizajes más bien forzosos… aunque ya estaba acostumbrada a ello. Allí ya comenzaba a refrescar, pensó entonces en ponerse una chaquetilla pero, al buscar su maleta, de pronto se dió cuenta de que ¡la había perdido! ¡¡con el collar dentro!! ¡¡¡y el bocadillo!!! No podía esperar ni un minuto, arrancó su nave y puso rumbo al único lugar donde sabía que encontraría un collar robado, al lugar donde se encontraba Juan, el comerciante. Pisó a fondo el acelerador y se dirigió a La Tierra.

 

El pirata ya andaba en negociaciones con Juan, que le ofrecía la suma de 100.000 parxeis (la moneda interestelar vigente) pero al examinar el collar se dió cuenta de que era el Collar de la Galaxia, conocido por contener un único deseo que liberaría la primera persona que lo frotase. Juan trató de ocultárselo a Caspio pero estaba tan ansioso por conseguir aquel collar que Caspio sospechó algo y le sonsacó hasta que por fin le contó toda la historia del collar. Ahora Caspio estaba en una gran duda, qué hacer, no estaba seguro de que el collar todavía guardase el deseo y los 100.000 perxeis estaban allí seguro pero ¡un deseo! ¡con un deseo podía hacer realidad cualquier cosa!

 

No muy lejos aterrizaba (forzosamente y trompicones) Alicia, dispuesta a recuperar su collar a cualquier precio. No tardó mucho en averiguar que había sido el pirata Caspio quien, guiado por su hambre y su codicia, había robado el collar. Estaba preparada para todo y rápidamente fabricó una red con ayuda de los moradores del desierto, una tribu siempre dispuesta a ayudar si se trataba de hacer justicia. Con aquella red haría “una trampa de comida”, el clásico cebo que atraería a un pirata hambriento hasta el lugar indicado donde atraparle con la red.

 

Y Caspio estaba tan concentrado tratando de decidir qué deseo pediría si se quedaba efectivamente con el collar que no se dio cuenta de nada, se dejó llevar por su olfato y al llegar a la trampa, Alicia cayó encima de él con la red y entre todos sus amigos de la tribu y ella le atraparon en menos que canta un gallo. Por fin Alicia había recuperado el collar.

 

-¿Y qué deseo vas a pedir tú? -Preguntó taimadamente el pirata.

-¿Deseo? ¿De qué estás hablando? -Respondió Alicia inocente.

-Ese es el Collar de la Galaxia, dicen que, si nadie lo ha gastado, contiene un deseo que será concedido para quien lo frote.

-Un deseo… podría volver por fin hacia atrás… ¡no! Me estás intentando confundir pirata, lo que debo hacer es llevarle este collar a su dueña y no se hable más.

 

Y así Alicia volvió hasta su nave, llevándose consigo al pirata Caspio con idea de ponerle frente a la justicia estelar una vez hubiera terminado su misión. Y juntos pusieron rumbo a Europa, la sexta luna de Júpiter, donde refresca por las noches. Por el camino intercambiaron algunas palabras y, sobre todo, compartieron un extraño sentimiento, algo en el estómago que te dice que conoces a la otra persona de antes pero no sabes de qué…

El caso es que su cara me suena mucho… -Pensaba Alicia.

Qué casualidad que yo también tenía una hija que no sabía ir para atrás… qué coincidencia. -Pensaba Caspio.

Dando vueltas a sus pensamientos se les pasó el rato y llegaron a aterrizar (no sin un pequeño batacazo) por fin en el fino suelo de Europa, la luna de Júpiter, donde pronto les salió a recibir Olga, esposa de Felipe y legítima dueña del collar: -Ay, ya está aquí la portadora del collar. Muchas gracias por venir.

 

Al examinar el collar Olga vio que estaba en perfectas condiciones y con el deseo intacto y, en agradecimiento, le digo a Alicia: -Nosotros hace años ya que tenemos todo lo que necesitamos y este collar tiene para nosotros más valor sentimental que el deseo, así que he hablado con mi marido para dejarte a tí hacer realidad tu deseo y ayudarte por fin a ir hacia atrás y recordar. -Estiró el brazo Olga para ofrecerle el collar a Alicia y cuando ésta iba a cogerlo una veloz mano alargada cogió el collar casi al vuelo y se lo arrebató, el pirata Caspio había conseguido liberarse de sus ataduras y se había hecho con la preciada joya en ese instante de descuido.

-Ahora el deseo será para mí… ¡jajajaja!

Y mientras lo frotaba y una especie de halo azul le envolvía para hacer realidad su deseo, Caspio pudo contemplar a Alicia y bajo aquel brillo luminoso lo comprendió todo y pronunció en alto el deseo que siempre había querido poder pedir:

Quiero que mi hija vuelva a recordar a su padre.

Entonces Alicia, pestañeó, sacudió la cabeza y se frotó los ojos y, al abrirlos, vio a Caspio y recordó de golpe toda su infancia y recordó su casa cuando era pequeña y recordó que Caspio era, en realidad, su padre y ambos se abrazaron por primera vez en muchos muchos años.

 

Olga invitó a todos a comer y Alicia al recordar, recordó también cómo ir hacia atrás y se convirtió en la mejor piloto de todo el universo, se hizo muy conocida y le llovían los encargos, Caspio no tuvo que volver a robar nunca más y juntos pasaron muchos buenos ratos y vivieron desde entonces muy felices viajando a toda velocidad por todo el espacio.

 

Y colorín colorado…

…este Cuento Irrepetible se ha acabado.

 

27 Enero Teatros Luchana