Pepe es un muñeco de nieve muy alegre y juguetón a quien le encanta saltar, bailar y jugar por todas partes, sobre todo ahora que es época Navideña, aunque también es un poco torpe y suele resbalarse en la nieve. Pepe, como todos los muñecos de nieve, vive en África, en el medio de una soleada y calurosa planicie que… ¡un momento! ¿Qué hace un muñeco de nieve en medio de África? Pues sí lectores, este muñeco de nieve había ido a parar a este lugar tan caluroso al separarse de sus padres durante un viaje por el polo, Pepe comenzó a andar y una vez se vio perdido no supo qué hacer y continuó su camino hasta llegar allí y ahora no sabía cómo volver.
La verdad es que para Pepe vivir allí era una gran aventura, había conocido animales de los que sólo había leído en libros y había visto cosas alucinantes pero también pasaba un calor terrible, porque en África pega el sol de lo lindo. Y el pobre Pepe se pasaba el día buscando formas de refrescarse, unas veces con el viento que venía de las montañas, otras buscando alguien que le diera sombra y la mayor parte del tiempo la tenía que pasar en la cueva de algún animal que pudiera invitarle a pasar el rato, para que no le diera el sol directamente.
Después de un tiempo, se ha hecho algunos amigos en África, como Lucía un animal que él no había visto antes y que, en realidad, no tenía muy claro si era un conejo o un ratón o un surikata… El caso es que Lucía solía invitarle a pasar el rato en su cueva jugando, dibujando y cantando canciones.
Mientras tanto, desde el cielo, les observa el Sol, un Sol muy enfadado que les mira con rabia a Pepe que acaba de llegar a África y ya tiene un montón de amigos. El Sol tiene mucha envidia de él porque se siente muy solo, lleva tantos años allí arriba y la única amiga que tenía, La Luna, la perdió tras un eclipse, el Sol se había enfadado tanto porque la Luna se había puesto delante de él y no le dejaba ver la Tierra que le estuvo gritando todo el eclipse y entonces La Luna le dijo que ya no quería ser su amiga nunca más y no volvieron a encontrarse ni a saludarse al amanecer y al atardecer. Así que el Sol estaba allí arriba solo y ardía de rabia al ver a Pepe divirtiéndose y haciendo amigos allí abajo y, para colmo, se había hecho incluso amigo de La Luna. Así que el Sol empezaba a fraguar un malvado plan que pasaba por derretir todo aquello que encontrase por delante, empezando por el pobre Pepe.
Nuestro muñeco de nieve está en la cueva de Lucía, pero hoy está algo preocupado, desde hace algunos días hace más calor y parece como si no pudiera encontrar una sombra donde refugiarse. Allá donde va, el Sol brilla con más fuerza a cada rato y él, claro, se derrite cada vez más. La verdad es que lo pasa muy bien en África pero ya sabe que ese no es su lugar y que debe volver al Polo y debe hacerlo antes de que se derrita completamente. Menos mal que por las noches, su amiga La Luna, le ayuda a refrescarse un poco y recomponer su cuerpecillo de nieve para el día siguiente.
Pepe le pide ayuda a Lucía para salir de África y ésta se marcha a ver si encuentra alguna forma de viajar hasta el Polo mientras Pepe espera en la cueva, hacía ya tanto calor durante el día que casi no podía ni asomar su nariz de zanahoria fuera de la cueva hasta el anochecer, y eso que están en Invierno, si llega la primavera con este calor Pepe se derretirá en un momento. Al volver Lucía le cuenta que debido a la fuerte racha de calor se están tomando medidas extremas de protección y nada ni nadie podrá salir de África hasta nuevo aviso. El viaje de Pepe se convierte en una peligrosa huida, entre los dos piensan algunas formas de salir de allí y así intentan marcharse en un furgón congelador pero son detenidos por un guardia y tienen que volverse, después intentan enviar a Pepe por correo pero al empezar a derretirse se moja la caja y se rompe por debajo. Por último, Lucía recuerda que por Navidad en África siempre ponen grandes decoraciones y suelen poner “El Tren Helado”, un tren que recuerda a las frías nieves de Laponia donde vive Santa Claus. En ese Tren Helado podrá viajar Pepe sin temor a derretirse porque va tan forrado de nieve que los rayos del Sol no llegan hasta dentro y siempre se está fresquito en su interior.
Pero si hay algo que tiene el Sol es que es tan testarudo como anciano y si algo se le mete en la cabeza… Aunque Lucía y Pepe se cuelan en el tren por la noche, el Sol no está dispuesto a que ese muñeco de nieve se salga con la suya y se le ocurre una idea para pillarles antes de que abandonen África: consigue a dos ayudantes que entran en el tren y hablan con el bueno de Pepe y le dicen que fuera ha empezado a nevar y que está todo cubierto de nieve y que todo el mundo está jugando y tirándose bolas de nieve; pobre Pepe, es tan inocente que no sospecha que le están tendiendo una trampa y sale a toda prisa del tren saltando alegremente pensando que todo estará cubierto de nieve, en ese momento el Sol se planta delante de él y según se acerca le va derritiendo lenta, muy lentamente… Tan lentamente que La Luna se aparece anunciando la noche y el Sol tiene que marcharse, esta vez se ha salvado de una buena.
Es la última oportunidad de Pepe para salir de África y se le ocurre que con la ayuda de todos los animalitos podría salir de allí si cada uno le acompaña y le da sombra, así no sólo estaría resguardado del calor sino también alejado del astuto ojo del Sol, que no podría verle mientras estuviera escondido tras un animal. Y así comienza de nuevo su viaje rumbo al polo, acompañado siempre de un animal tras otro, un elefante, una jirafa, un mono y hasta un león le ayudan día tras día en su camino hasta que, por fin, alcanza a llegar de vuelta a su casa, al Polo.
Por fin estaba de vuelta en casa, sólo le faltaba encontrar a su Padre, aunque encontrar un muñeco de nieve entre tanta nieve sin saber dónde buscar no iba a ser tarea fácil. Por suerte, en el Polo hay seis meses de día y seis meses de noche y Pepe había llegado durante la temporada de noche, aunque ya quedaban pocos días para que el Sol llegase y se quedase allí por mucho tiempo, el suficiente para derretir a Pepe y al Polo entero… Pepe decide entonces que debe hacer frente al Sol y piensa que si el Sol volviera a estar contento hablaría con los demás y volvería a tener amigos, no se sentiría solo y entonces dejaría ya de querer derretirlo todo. Y sólo había algo que haría sonreír de nuevo al Sol: reconciliarse con La Luna.
Pepe aprovecha los últimos días de la temporada de noche para convencer a La Luna de que hable con el Sol, que se reconcilien, que le vuelva a hablar y que quizá puedan volver a ser amigos, al fin y al cabo los amigos a veces se enfadan pero se sabe que son buenos amigos porque son capaces de dejar su enfado a un lado y volver a estar juntos. La Luna accede a hablar con el Sol y gracias a la ayuda de algunos amigos mueven a La Luna lo suficiente para que los dos se encuentren en un eclipse justo en el momento en el que el Sol llegaba ya para su largo verano. Durante ese tiempo de eclipse el Sol y la Luna hablan, se miran y, por fin, se escuchan, de ahora en adelante se harán compañía el uno al otro y aprovecharán el atardecer y el amanecer para contarse todo lo que les pase; por fin, la Luna y el Sol vuelven a ser amigos y sellan esta amistad con un beso.
Mientras tanto Pepe, que está ya de vuelta en el Polo para quedarse, se reencuentra con su padre y por fin pueden abrazarse y ser felices ya sea de noche o de día.
Y colorín colorado…
…este Cuento Irrepetible se ha acabado.
Teatros Luchana – 28 diciembre 2017