El mamut Andrés y el volcán

Érase una vez en el Volcán de las Águilas vivía un mamut llamado Andrés, sí uno de esos animales que son como elefantes con sus colmillos y que tienen el cuerpo lleno de pelo, uno de esos.

Andrés se sentía tremendamente solo porque estaba muy lejos de su hogar, había llegado allí en un bloque de hielo que se había caído al mar y había llegado flotando hasta el volcán y, con el calor, se había derretido, así que no sabía cómo volver a su casa. Además, allí hacía tanto calor y tenía tanta sed…
Se encontró con un águila de las que sobrevolaban por allí que, al verlo tan tristón, había bajado a ver qué le pasaba. -¿Qué te pasa?- Preguntó el águila. Y Andrés le respondió: -Estoy triste porque me siento solo, no sé nadar y la placa de hielo en la que vine se ha derretido, no creo que pueda volver a casa.- El águila le miró fijamente y respondió: -Eso es fácil, sólo tienes que volar. -¿Volar?- Preguntó Andrés; y vio tan convencido al águila que se subió a una piedra y saltó con todas sus fuerzas. Pero claro, los mamuts no vuelan y, ¡catapúm! se dio un trompazo contra el suelo.

-¿Lo ves?- Dijo Andrés. –Yo no sé volar.- Y el águila, después de pensarlo un rato se dio cuenta: -Lo que necesitas son unas buenas plumas para poder volar, claro que sí. Si vas caminando hacia el otro lado de la isla, podrás recoger todas las plumas que las águilas pierden durante el cambio de estación, con eso podrás volar.
Pero no sabía que al otro lado de la isla se encontraba… el Malvado Agustín, un hombrecillo con un malvado plan para llevar a cabo sus malvadas intenciones: quería sacar toda la lava del volcán, para derretir todo el hielo del mundo y ¡conquistarlo! Pero el Malvado Agustín no estaba solo, tenía muchos pequeños secuaces que le ayudaban en sus fechorías. Entre todos, con palas sacarían toda la lava del volcán… -¡Muahahahaaa! (que así sonaba la malvada risa de Agustín y sus secuaces).

Mientras ellos buscaban por dónde empezar a excavar, apareció por allí Flora, la madre de Agustín, que estaba preocupada porque su hijo estaba siempre muy ocupado y no comía bien. Flora sólo quería lo mejor para él y tanto le quería que no se había dado cuenta de que era malvado y pensaba que se pasaba el día por ahí trabajando para ayudar a otros. ¡Ay, si lo hubiera sabido!

Allí llegaba Andrés el Mamut, dispuesto a todo para conseguir volver a casa, cuando se encontró con Agustín que estaba cavando con sus esbirros en el volcán para sacar la lava. Andrés pasó de largo pero según se alejaba, se dio cuenta, allí estaba pasando algo raro… Y se quedó pensando: Si agujerean el volcán… se saldrá toda la lava… se calentará el agua… se derretirá el hielo… ¡mi casa dejará de existir!¡y esta isla se hundirá!¡Ay!¡AYAYAYAYAY! ¡TENGO QUE HACER ALGOOOO!

Salió corriendo hacia donde estaban Agustín y sus esbirros pero no sabía qué podía hacer para derrotarlo, entonces se encontró con Flora y le contó todo el plan malvado de Agustín. ¡La pobre Flora se llevó un disgusto! Ella que estaba tan ilusionada con su hijo… Se dio cuenta que eso no podía ser y le dijo a Andrés que lo que más miedo le daba a Agustín desde que era un bebé era la lombarda porque era de color morado, como las berenjenas, las flores moradas, las piñas moradas o las moras moradas. Andrés además descubrió algo que no sabía: ¡había también un sonido morado! (lo descubrió por casualidad al pisar una campana con sus grandes patas). Con ese sonido podrían detener a Agustín.

Durante toda la noche, Andrés había estado preparando un plan: había enviado un águila a lo alto del volcán con la campana del sonido morado para hacerla sonar y que se oyera en toda la isla, así saltaría sobre el malvado deteniéndole de una vez por todas.

Agustín tenía ya todo listo, habían pasado la noche cavando y al salir el sol: -¡Por fin conquistaré el mundo! Gritaba Agustín eufórico. –¡Muahahahaha! (así de malvada era su risa).

De pronto, en la lejanía, empezó a escucharse un sonido, era la campana del sonido morado que empezaba a sonar en lo alto, las demás águilas, al oírla imitaban con sus graznidos aquel sonido morado y poco a poco resonaba más entre los bosques. Agustín alertado por aquel sonido lejano, envió a sus pequeños secuaces hacia el volcán que subieron rápidos y decididos hasta el águila que hacía sonar en su pico la campana. Saltaron sobre ella y la atraparon, sujetándola entre varios, mientras la campana rodaba ladera abajo. Sin aquel sonido las águilas se fueron dispersando y volvió el silencio a la isla. Agustín se salía una vez más con la suya.

Andrés no había contado con este problema y se plantaba con sus grandes patas ante Agustín, dispuesto a lo que fuera para salvar la isla y al resto del mundo. Agustín se reía a carcajadas: -¡Muahahahaha! ¿Qué vas a hacer tú pobre mamut?- La verdad es que Andrés no sabía que hacer pero no se movió estaba decidido a enfrentarse a él.
La suerte quiso que la campana, rodando por la ladera, fuese a caer a los pies del Mamut y una vez más, al pisarla, se oyó claramente aquel sonido morado y Agustín dio un salto, asustado, Andrés agitaba la campana con su trompa de un lado a otro y las águilas empezaron a cantar alrededor con un majestuoso sonido morado que les envolvía a todos. Agustín finalmente tiró la pala mientras todos sus esbirros huían rápidamente de allí, se quedó solo ante aquel mamut y las águilas volando a su alrededor. Se miraron fijamente. Andrés nunca había querido vivir en aquella isla pero ahora la quería más que nunca y haría lo que fuese por protegerla. En ese momento entraba Flora y al mirarse, Agustín entendió que lo que planeaba sólo habría acabado con la isla y con el resto de islas del mundo y ni él ni su madre habrían tenido entonces dónde vivir. Se dieron un abrazo y antes de marcharse, Flora le regaló a Andrés su vestido de plumas: -Aquí tienes, con todas estas plumas podrás salir volando de esta isla y volver a casa.
Andrés se quedó con las plumas y volvería de vez en cuando a su casa pero ahora, aquella isla, sería desde hoy y para siempre, su hogar.

Y colorín colorado…
…este Cuento Irrepetible se ha acabado.
2 Diciembre 2017
Teatros Luchana