En Busca de las Estrellas

“Érase una vez un Rey, pero no un rey cualquiera, no, este era el Rey del Cielo y tenía un castillo en las nubes. El Rey del Cielo se llamaba Paco y utilizaba su poder para mantener en orden todas las cosas del cielo, se encargaba de darle forma a las nubes para que cuando los niños las miraban pudieran decir “mira, un perro” o “esa parece un barco”; también se encargaba de ocultar el sol por las tardes y pedirle a la luna que saliera por la noche y de colocar las estrellas del cielo dibujando las constelaciones y galaxias. El Rey Paco era un artista que dibujaba el cielo según hiciera falta y todo su poder lo obtenía del polvo de estrellas.

Un día vino a verle su fiel ayudante, la Loca Chillonera, encargada de los truenos y las tormentas, y el Rey le confesó que estaba perdiendo poco a poco todo su poder ya que habían desaparecido todas las estrellas y necesitaba que ella fuera a buscarlas. -Ya me había parecido que algo pasaba -dijo ella- me he dado cuenta por el camino que todo parecía como perder su color. Y claro que estaba perdiendo el color, como que con las estrellas había desaparecido también el Arco Iris con todos sus colores y ¡el mundo se estaba volviendo gris!

Así que el Rey Paco envió a su ayudante a buscar las Estrellas y el Arco Iris y poder devolver todo a su lugar, antes que el Rey no fuera ya capaz ni de hacer salir el sol por las mañanas.

La Loca Chillonera saltó sobre su unicornio alado y voló surcando los cielos en busca del responsable de aquellas terribles fechorías y pronto se encontró con el Ogro Sergio. El Ogro Sergio era un malvado ser cojo y medio tartamudo que odiaba la belleza del mundo y los colores de las cosas porque les tenía envidia y vivía escondido en una oscura cueva donde planeaba ocultar las estrellas y los colores para que nadie más volviera a verlos jamás.

Pero la Loca Chillonera, se había acercado sin más al Ogro, haciendo un gran estruendo (por algo se encargaba de los truenos y las tormentas) y Sergio se volvió rápidamente, le saltó encima y con su Maza Mágica le golpeó en la cabeza congelándole inmediatamente. Entre risas, carcajadas y toses malvadas, el Ogro Sergio se alejaba con la maleta en la que arrastraba las estrellas y el Arco Iris.

Mientras, el Rey Paco, observaba como se le iban agotando poco a poco los poderes y no recibía noticias de su amiga y ayudante. Pensando que algo malo debía estar pasando, el Rey Paco decidió bajar de su castillo en los cielos y pisar la tierra por vez primera para encontrar las estrellas, el Arco Iris y, de paso, a la Loca Chillonera.

Y así lo hizo, aterrizó en una playa y allí se encontró con el Cangrejo Elena, que siempre caminaba hacia atrás (aunque también sabía caminar hacia delante). El Rey Paco habló con el cangrejo y éste le dijo que le había parecido ver un Ogro pero que el Rey tenía que prometer que le traería de vuelta su color favorito, el azul que le daba color al mar donde vivía y al cielo al que miraba cuando salía a la orilla a dar un paseo. El Rey, dispuesto a devolver el orden, le prometió al Cangrejo Elena que traería de vuelta el color azul y ésta le indicó que debía seguir el borde de la costa hasta encontrar un bosquecillo.

El Rey Paco recorrió la orilla del mar sintiendo por primera vez el agua en sus pies según caminaba y esto le hacía reír y así descubrió las cosquillas que nunca antes había sentido viviendo en el cielo.

Al llegar al bosquecillo se vio de nuevo perdido y se encontró con el Caracol Perejil que vivía allí en el bosque y que se movía y hablaba muuuuyy leeentaaameeeenteeee. El Caracol le contó que había visto pasar al ogro y le había parecido oír que cogía un bote y se dirigía al otro lado del lago pero le pidió al Rey antes de irse que le trajera de vuelta su color favorito, el color verde, que teñía las hojas de las que se alimentaba, daba color a la hierba del bosquecillo y sobre todo, era también el color del perejil, como su nombre. Y así prometió Paco llevarle de vuelta el verde para que su bosquecillo recuperase el brillo y color de siempre.

El Rey Paco siguió el camino de las cuevas y llegó al embarcadero y subió a una barca sobre la que remó cruzando el lago pero en el mismo centro se dio cuenta que no sabía como seguir y entonces encontró a Estrellita la Estrella de Mar, que le indicó que remara hacia las cuevas del Oeste pero a cambio le pidió que le trajera a la vuelta el color amarillo, que daba color a su cuerpo, le daba brillo al sol y era el color de los plátanos. -¿Los plátanos?¿Es que a ti te gustan los plátanos?- Y no es que a Estrellita le gustaran los plátanos sino que ésta era la clave para derrotar al Ogro Sergio, los plátanos, porque les tenía alergia.

Y así, por fin, el Rey Paco llegó a la cueva armado con un arsenal de plátanos y se plantó delante del Ogro y le dijo que devolviera las estrellas y el Arco Iris. El Ogro se echó a reír como loco y en cuanto pudo calmarse un poco, cogió su Maza Mágica y saltó dispuesto a congelar al Rey Paco, pero el Rey fue lo suficientemente rápido para lanzarle unos cuantos plátanos encima y el Ogro Sergio cayó en el suelo dando un grito. Pero la Maza había alcanzado también al Rey Paco que se iba congelando poco a poco. Y allí estaban los dos, el uno retorciéndose entre plátanos y el otro quedando poco a poco petrificado. De pronto, la maleta que contenía las estrellas empezó a agitarse y es que las estrellas habían sentido la presencia del Rey Paco y trataban de ir con él, en una sacudida cayó la maleta abriéndose y las estrellas en tropel salieron envolviendo a Paco y su poder le hizo descongelarse inmediatamente. En ese mismo instante el Ogro Sergio se quitaba el último plátano de encima pero antes de que pudiera alcanzar su maza todos los habitantes del reino que habían seguido la aventura del Rey Paco saltaron sobre el Ogro haciéndole cosquillas y entre risas el Ogro, que tampoco había sentido nunca esa sensación, se rendía levantando las manos exhausto de tanto reír.

El Rey Paco recogió las estrellas y el Arco Iris y emprendió el camino de vuelta pasando por el Lago a darle el color Amarillo a la Estrella Estrellita, pasando por el bosque donde devolvió el color Verde al Caracol Perejil y por la orilla del mar a dejarle el color Azul al Cangrejo Elena. Y antes de volver a su castillo, en una nube todavía estaba congelada La Loca Chillonera, su fiel ayudante y encargada de los truenos y las tormentas. Y con una pequeña estrella descongeló a su amiga y volvieron juntos al castillo en el cielo.

Y esa noche las estrellas volvieron a brillar en el cielo y a partir de entonces puede verse una nueva constelación con forma de mesa donde el Rey Paco y la Loca Chillonera meriendan todas las tardes.

Y colorín colorado… Este Cuento Irrepetible se ha acabado.”

14 de Junio de 2015

La Escalera de Jacob – Cuentos Irrepetibles

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