Pablo Romo
Profesor Escuela Impro Impar
El entrenamiento de la impro nos permite tener herramientas más allá de la actuación y el entretenimiento. Además de estimular la creatividad y la espontaneidad, la improvisación también ofrece valiosas herramientas para abordar y resolver conflictos más allá del escenario, en la vida cotidiana, tanto en nuestra vida personal como en el trabajo. A través de la práctica, podemos aprender a enfrentar los conflictos con una mentalidad abierta, comprensiva y empática. Exploremos tres herramientas fundamentales que la improvisación teatral nos aporta para enfrentar los conflictos de manera constructiva.
Escuchar antes que hablar
Muchas veces en medio de una discusión queremos imponer nuestra visión por encima de todo y se nos olvida escuchar a la otra parte. Esto no significa aceptar lo que nos dicen, pero si tomarnos el tiempo de entender la visión de la otra parte, dejarle expresarse. Una de las bases fundamentales de la improvisación es la habilidad para escuchar activamente a los demás participantes en escena, entender su planteamiento para poder sumarnos a él.
En el caso de una discusión, escuchar con atención y empatía nos permite entender las perspectivas y emociones del otro, lo que a su vez fomenta una comunicación más efectiva y respetuosa. Esto nos aporta tres ventajas añadidas: la principal es que la otra parte se siente escuchada y por tanto rebaja la tensión; daremos tiempo a que nos permee la visión externa a nosotros y, además, tendremos tiempo para reflexionar sobre ambas posturas.
Esto se llama escucha activa, y es una herramienta poderosa para establecer una conexión genuina con el otro y encontrar soluciones mutuamente satisfactorias. Así, la escucha deberá ser con atención plena, intentando no pensar en la respuesta o que, al hacerlo, no bloqueemos la escucha. Nuestra intención será entender a la otra parte y sus argumentos.
Poner conciencia en escuchar frenará el ser visceralmente reactivo, evitamos malentendidos y reacciones impulsivas que podrían exacerbar el conflicto.
Conectar con nuestras emociones
En el trabajo teatral, quien interpreta debe ser capaz de conectarse con sus emociones y utilizarlas para dar vida a los personajes y vivir las situaciones. De manera similar, cuando nos encontramos en medio de un conflicto, reconocer y comprender nuestras emociones es esencial para manejar la situación de manera equilibrada.
La impro nos enseña a vivir el ahora. Y aunque normalmente esto nos lleva a ser reactivos, también nos permite percibir cómo nos están afectando los impulsos exteriores. Optemos por este segundo camino, como hemos visto el tiempo de escucha debe ir acompañado de tiempo de reflexión en el que escuchar nuestras emociones.
Así, al conectar con cómo nos estamos sintiendo somos capaces de calibrarnos. Negar o reprimir nuestras emociones puede llevar a la frustración o la ira, mientras que una expresión excesiva de ellas podría generar un ambiente hostil. La improvisación nos enseña a canalizar nuestras emociones de manera productiva y a ser conscientes de cómo influyen en nuestras acciones y decisiones.
Somos capaces de detectar cuando nos está doliendo, cuando nos sentimos atacados o irritados, o cuando percibimos que no nos afecta lo que nos dicen. Incluso podemos percibir cuando nos gusta lo que nos están diciendo y detectar si nos están intentando manipular o son argumentos sinceros.
Al reconocer nuestras emociones y las de los demás, podemos encontrar un terreno común y abordar el conflicto con una mayor claridad y simpatía.
Adaptarnos al otro
Al escuchar entenderemos mejor la posición y necesidades de la otra parte, al calibrarnos podremos estar en un lugar mejor para reenfocar las demandas de la otra parte. Y con ello, también seremos capaces de ver como encajar las necesidades de ambas partes y conseguir encontrar una solución satisfactoria en la que ganen todas.
En la improvisación entrenamos la capacidad de adaptarnos a las circunstancias cambiantes y trabajar en equipo para construir una historia conjunta, tomando ideas de unos y de otros. La improvisación teatral nos enseña a dejar de lado el ego y a enfocarnos en colaborar con los demás para construir una narrativa coherente, y esta actitud colaborativa es igualmente valiosa cuando buscamos resolver conflictos en la vida real. Así, al enfrentar un conflicto, es esencial ser flexible y estar dispuesto a adaptarnos a la perspectiva del otro. La resistencia obstinada a ceder puede llevar a un estancamiento en el conflicto, mientras que la disposición para comprender y considerar las necesidades y deseos del otro puede allanar el camino hacia la resolución.
Estas son algunas de las herramientas que la improvisación puede aportar para enfrentar los conflictos de manera constructiva y empática. A través de la práctica de la improvisación, no solo mejoramos nuestras habilidades teatrales, sino que también cultivamos una mentalidad abierta y compasiva que nos permite afrontar los desafíos de la vida con mayor confianza y resiliencia. Escuchar atentamente, conectar con nuestras emociones y adaptarnos al otro son pilares fundamentales de la improvisación que nos ayudan a establecer una comunicación más efectiva, a fomentar la empatía y a encontrar soluciones mutuamente satisfactorias.
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