Mejora tu impro con la meditación

Pablo Romo

Pablo Romo

Profesor Escuela Impro Impar

Antes de comenzar a jugar la impro necesitamos estar en un estado emocional óptimo. Por eso realizamos múltiples ejercicios de calentamiento, pero quizá muchas veces se nos olvida una interesante herramienta para afinar nuestra escucha y estar presentes: la meditación.

Aunque muchas veces imaginamos que una persona que practica la improvisación es alguien hiperactivo, con todos los sentidos alerta y gastando bromas, y que esto está alejado de lo que pensamos que es alguien meditando, son muchos los lugares en común entre ambas prácticas.

Vamos a aclarar que, siendo la imagen habitual de una persona meditando la de alguien sentado con las piernas cruzadas con las manos sobre las rodillas en la posición de flor de loto, con incienso, unas velas y música relajante, todo esto no es necesario. La meditación se puede hacer en cualquier momento si encuentras la manera de reservar un pequeño espacio para ti, para hacer una única cosa en ese momento. 

La práctica de la meditación es conseguir centrarnos en una única tarea. La práctica básica y habitual es simplemente respirar. Y esto se puede realizar simplemente encontrando un lugar donde puedas estar relajado sin ser interrumpido, y mejor si encuentras una postura cómoda y relajada.

Aún recuerdo a un compañero de impro que, antes de salir a escena, necesitaba un tiempo de calentamiento para meditar. Se escondía en algún rincón donde no le molestara el trasiego del montaje o las conversaciones del resto del elenco. Y estando de pie, a veces en la oscuridad entre cortinas, cerraba los ojos y durante unos minutos estaba meditando. Era una acción que le permitía hacer una cámara de descompresión entre el mundo fuera del escenario y comenzar la función.

La meditación puede darnos algunos beneficios concretos: 

Meditar nos ayuda a relajar

No hay duda que muchos de nosotros, en especial los que vivimos en entornos urbanos, tendemos a tener prisas, estrés y ansiedad. Y ese estado emocional vertiginoso podemos traerlo de fuera del escenario a dentro, o entrar en él en escena. Ese estado agitado nos genera un efecto túnel y no nos permite ampliar la escucha.

Gracias a la meditación podemos encauzar esa energía, permitiendo que las hormonas del estrés vuelvan a valores normales. Volver a la calma nos permitirá tener mejores reacciones, sin el agobio atropellado del estrés.

Así, podremos estar en ese lugar donde se encuentra la energía para avanzar y la calma de volar y podremos estar en “flow”.

Meditar nos facilita gestionar nuestro miedo

Keith Johnstone se planteaba el miedo, principalmente el de la vergüenza, como una de las principales trabas que había que trabajar para poder improvisar libremente. Se nos ha enseñado que no debemos fallar y tenemos un miedo atroz, que nos aleja de intentar hacer, por miedo a equivocarnos.

El miedo es una herramienta y no queremos deshacernos de ella, sino saber usarlo a nuestro favor, ayudándonos a estar alerta.

Como afirma Christophe André, psicólogo experto en tratamiento de miedos y fobias, en Psicología del miedo (2004): “No meditas para no tener miedo, sino para no temer al miedo”. Así, la meditación ayuda a canalizar ese miedo, habituándote a la idea de convivir con él.

El miedo nos tensa y la meditación nos ayuda a, sin dejar de estar alerta, aliviar esa tensión. Lograr que la mente esté en calma y consciente de las reacciones fisiológicas y psicológicas ante la situación temida, permite enfrentarse mejor a los miedos. Meditando facilitas distanciarte de las emociones negativas añadidas al miedo: temor a tener miedo, vergüenza, rabia, etc. No buscamos eliminar el miedo, sino mejorar como lo escuchamos y estar en control. Desde ahí podremos aprovechar ese vértigo o malestar como respuesta emocional y añadirlo a nuestra creación o poder trabajar sin estar atenazados por el mismo.

Meditar nos permite escuchar

La meditación nos coloca en una posición que nos ayuda a vivir el presente, a concentrar la mente en la escena, en lo que está pasando en este preciso momento. Y con ello, tener la capacidad de conectar de manera más genuina con los resortes internos y dejarnos fluir las reacciones.

Cuando somos practicantes de meditación, al entrar al escenario estamos únicamente en la escena, conectados con lo que está ocurriendo ahí. Y no nos distraemos con elementos ajenos a la improvisación, con pensamientos que traigo de casa o con otros elementos externos que no aportan y nos desconectan.

Así que ahora que conoces estos beneficios ¿vas a dedicarle unos minutos cada día? ¿Vas a añadir la meditación a tu rutina de calentamiento?

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