Construyendo tu impro en el presente, mirando al pasado

Pablo Romo

Pablo Romo

Profesor Escuela Impro Impar

El ancestral pueblo peruano de los Aymara entiende el tiempo de una manera distinta a la que estamos acostumbrados en nuestra sociedad. Mientras aquí sentimos que el pasado lo dejamos atrás y miramos al futuro, según ellos, es el pasado el que está al frente y según se mira más lejos se está mirando más al pasado. Estudios antropológicos han estudiado cómo se expresan cuando gesticulan, hablando de su historia y sus ancestros hacia adelante, mientras el futuro, los acontecimientos por vivir o las próximas generaciones, se encuentran a sus espaldas. Entienden que el pasado es lo conocido, que se presenta ante ellos, y el futuro no se puede ver.

De igual manera, las personas que practicamos la improvisación teatral tenemos la vista puesta hacia lo ocurrido para tomar información que nos ayude en el presente, enriqueciendo, impulsando y dando coherencia a la historia que estamos construyendo.

El clown e improvisador brasileño Marcio Ballas compara el acto de improvisar con estar conduciendo un coche deportivo con la mirada pendiente del retrovisor. Esa tensión del volante, de una poderosa máquina que circula a un ritmo vertiginoso, es la que tenemos en el escenario, atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor, y simultáneamente estamos revisando todos los detalles acumulados en la historia. Según él, miramos atrás y rescatamos los lugares por los que hemos pasado, permitiéndonos construir una historia sólida. 

Para mí es ir sembrando semillas por el camino que recorremos y a medida que la historia avanza, ver que frutos de esas semillas podemos recolectar. Cada situación, objeto, o relación entre personajes, cada detalle del pasado de los mismos, cualquiera de estos elementos puede volver a la escena conectando ideas y siendo palanca de nuevas.

El presente es la acción, la reacción y la interacción entre los personajes en ese instante único y efímero. Pero no confundamos su fugacidad con falta de importancia. Todo lo presentado en la escena nos ha traído hasta aquí y puede ser útil para continuar avanzando. Estando presentes seremos conscientes de todo lo que se presenta. Debemos entrenar nuestra capacidad para recordar lo pasado y conectar estos elementos. Estos detalles, lejos de limitar la espontaneidad, pueden convertirse en nuevos impulsos que hagan más grande la creación, logrando una narrativa más profunda y coherente.

Al igual que se habla que la escopeta de Chejov como un elemento plantado en el primer acto para ser usado en el tercer acto, nosotros podemos rescatar un elemento presentado al principio de la trama y usarlo como cierre de la misma. Conectar el cierre de la historia con alguno de los elementos presentados en el principio crea una dinámica única y fascinante, da una sensación de satisfacción al ver que todo tiene un sentido completo.

En conclusión, la creación de improvisación teatral es un equilibrio entre mirar al pasado con atención y estar plenamente presente en el escenario. Es un ejercicio en el arte de vivir el momento presente con la riqueza del pasado a cuestas. En este sentido, es una metáfora para la vida misma, que nos invita a aprender del pasado, tomar conciencia del presente y abrazar la incertidumbre del futuro.

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