Pablo Romo
Profesor Escuela Impro Impar
La improvisación teatral es la creación de narraciones de manera espontánea, a partir de lo que tenemos y a veces significa apoyarnos en lo último que se ha creado. Aquí entra la consigna de “Si y además” (importada del “Yes, and…” de la escuela americana), y que tiene especial fuerza cuando hablamos de continuar el flow (flujo). Y así, la impro funciona con este fluir constante, cuando de una idea surge la siguiente.
Pero la construcción de una historia va más allá de continuar constantemente construyendo de una manera reactiva. Hay que ser consciente de la estructura narrativa que se está ejecutando (aunque haya surgido de manera inconsciente) para aprovecharla al máximo y realizar escenas más limpias e interesantes. Y además, debemos, desde la escena, ser conscientes cuando el flujo de la narración está atascado.
Al igual que un jugador de un deporte de equipo ha entrenado sus jugadas, los intérpretes de improvisación pueden entrenar estas estructuras que juegan con el ritmo para que salgan en el juego y saber sacarles el máximo partido.
1. In Crescendo
Arrancamos con calma, construyendo paulatinamente y con escucha la escena, desgranando las bases de la historia. Hay que permitir que vayan apareciendo los distintos elementos de la plataforma, que se vayan definiendo los parámetros del status quo.
A partir de que la escena está establecida, se puede descubrir algún patrón llamativo, algo que levemente sobresalga de entre lo establecido, y empezar a sacarle punta. Sin prisa. Volver recurrentemente sobre ese algo y cada vez hacerlo más grande, poco a poco, hasta que llega a un tamaño grande.
Es como el cangrejo que se le echa en agua fría y poco a poco se le va dando calor. Cuando queramos darnos cuenta, esa minucia será el centro de un torbellino de efectos secundarios amplificados.
2. Más escaladas: Aumentar las apuestas y Almas gemelas
En el mundo de los monólogos, existe el recurso de la enumeración (o brain vomiting). Enunciar un listado de elementos como una ametralladora (mínimo 4-5 elementos) cada vez más descacharrante y rematar con algo imposible o que rompa la dirección. Esta ruptura final es clave en la comedia, pero es peligrosa en la narración de la impro, hay que saber cuando jugarla.
En impro cómica, se puede jugar el recurso de las Almas gemelas: dos improvisadores comentan algo y a ambos les encanta, se van contestando con cosas que más le gustan a uno y a otro como una partida de ping pong escalando en tono de si, y además. Cuando está llegando un momento álgido alguien deberá romper con odiando lo último propuesto.
Un recurso similar (aunque los personajes se muestren en oposición) es aumentar las apuestas, similar a cuando en los Looney Tunes o en Rasca y Pica sacan cada vez un arma más grande, se puede ir haciendo propuestas cada vez más grandes y grotescas en oposición. El final solo puede venir entonces por explosión.
3. Cambios de dirección
Una opción cuando percibimos que el flujo está parado y que la escena está bloqueada es buscar un nuevo impulso en otra dirección. Hay que sacar algún elemento que, no apoyándose en lo existente, sea compatible con lo sucedido hasta el momento.
Cuidado, no estamos hablando de hacer un planteamiento completamente opuesto a lo ya planteado que rompa la narración, queremos construir. Así que, aunque gire la acción, no debería negar lo ya establecido.
Un clásico ejemplo es el recurso del grito. Alguien grita una interjección y aprovecha el momento de sorpresa de todo el mundo para aclarar sus ideas y justificar el grito.
4. Respirar
Quizá improvisadores muy entrenados sean capaces de ir un paso por delante, reaccionar rápidamente y que todo fluya con energía… pero hay un momento que hay que parar. Esto es especialmente interesante cuando el ritmo está muy acelerado o las emociones están muy altas. Por un lado, porque el público necesita descansar, coger aliento para afrontar la siguiente escalada. Por otro, para poner consciencia en todo lo pasado, recapitular internamente y encontrar asideros para continuar.
Además, es muy interesante estar en una escena con alta carga emocional y repentinamente parar. Ese cambio de verbo a acción puede dar respiro. Los silencios son armas interesantísimas, en los que mascar la emoción, en los que procesarla. No hay diálogo porque los personajes no tienen nada que decirse en ese momento, pero sus cruces de miradas (o la falta de estos) dan mucha información y mantienen la escena.
Si incorporas estas herramientas en tus entrenamientos, estarás preparando tu arsenal de recursos cuando notes que la historia no está fluyendo, o, incluso, tus escenas tenderán a mantener la fluidez narrativa. ¿Tienes algún recurso o truco cuando notas que la historia se está encallando?
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